“Demórate aquí, en la
luz solar de éste mediodía
Donde encontrarás con
el pan al sol la mesa tendida”
Chavela Vargas
Las simples cosas
Cuando estoy triste cocino. La
tristeza es algo que, como cualquier plato, requiere paciencia para su elaboración.
Uno no sale de ella así nomás, sin trabajo. Pero tampoco se queda en ella si
está dispuesto a dar batalla. Entonces doy la batalla. Porque he trabajado todo
el día y he llegado a mi casa con los pies suplicando pantuflas pero apenas
crucé el umbral de la puerta me salió al encuentro mi pequeña niña, radiante
como el sol de primavera, con sus cachetes rosados, sonriendo, divertida. La
noche ha llegado pronto, el invierno se acerca y los días se vuelven mezquinos
con la luz del sol. Estuve sentada muchas horas, necesito estar parada. Estuve
escuchando a personas que sufren y algo de su dolor retumba en el mío. El padre
de mi hija ha llegado más temprano, juntos escuchan boleros en el living y yo
necesito esa luz solar de la canción de Chavela para capear el frío y el dolor,
para llegar a la otra orilla, allí donde ellos ríen y cantan, ahí donde quiero también
estar yo.
Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida- canta
Chavela. Cuando estoy triste cocino porque así vuelvo a veces a la cocina de
mis abuelas y de la mano de ellas a mi infancia tierna. Viajo en unos minutos a
la casa de mi nona Lina, un domingo en la mañana. Me paro de nuevo junto a su
mesa de amasar para verla pasar una y otra vez la masa de los tallarines por la
Pastalinda. Ella ha comenzado a amasar temprano, yo no me he movido de su lado.
Quiero aprender, quiero cocinar como mi nona.
Vuelvo a la cocina de mi abuela
Rosa, a esperar junto a la mesada mi espiguita
de pan con margarina y los mates con cascarita de limón. Cada una con su
platito nos sentaremos en un rato más a ver una telenovela, a reírnos juntas de
las sobreactuaciones, a mirarnos cómplices cuando los amantes se den un beso.
En la cocina me siento a salvo
como con ellas de niña, sabiéndome protegida invento. Abro la heladera y miro
qué tengo. Empiezo a combinar en mi cabeza los sabores y los aromas. Después,
manos a la obra. Hago la prueba, mezclo, huelo, saboreo. A veces queda muy
rico. A veces queda horrible y me da bronca. Pero entonces vuelvo a la cocina
de mi vieja, que me daba los pedacitos de pascualina que recortaba para que yo
preparase mis masas. Y de tanto amasar con las manos sucias la niña que era conseguía
dar forma a un mazacote color gris ocre que mi mamá de todas formas metía al
horno. Después llegaba mi viejo, cenaba la tarta y de postre se comía mi mazacote
gris tostado sin chistar. Lo tragaba con un par de mates. Y me felicitaba por
lo bien que cocinaba.
Mientras cocino mi mente
descansa, mi cuerpo es uno solo, nariz, ojos, boca, oídos. Todo lo que hay en
mí está concentrado en ese acto doméstico de trasformar un montón de cosas
distintas en algo nuevo y delicioso. Descanso. Disfruto de las cosas simples y
elaboro lo que sea que duela en ese momento al abrigo de los recuerdos tiernos.
Así fue como inventé el Pavo
Chavela. Verán, es muy fácil de hacer. Lo importante es tener en casa los
ingredientes. Yo los tenía. Lo único que compré fue la pechuga de pavo. Ustedes
se preguntarán, de pleno derecho, cómo es que alguien tiene en su casa higos
secos con harina, tequila y chocolate amargo sin azúcar en polvo así como así,
como si se tratase de arroz blanco o huevos. Bien, como estoy al tanto de que
un rato en la cocina puede representar para mí, en ciertos momentos, lo que un
tronco flotando en alta mar para un náufrago entonces siempre que voy al súper
dedico un ratito a buscar cualquier cosa que no tenga en mis alacenas y que
pueda servir algún día para preparar una comida. Sé que en algún momento lo voy
a necesitar. Los higos los compré hace dos meses y hoy encontraron su destino. Es
como tener un botiquín de primeros auxilios. Hay que ver cuánto se agradece uno
la simple precaución de tener siempre a mano lo que más tarde hará la
diferencia entre una tarde gris y un medio día
soleado.
PAVO CHAVELA- INGREDIENTES PARA 2
PERSONAS
Media cebolla laminada
10 higos secos con harina
6 filetitos de pechuga de pavo
Salsa de soya (cantidad
suficiente)
Pimienta roja de Cayena
Cúrcuma
Tequila (dos cucharadas)
Cacao en polvo amargo sin azúcar
(una cdita. de té)
Aceite de oliva
ACOMPAÑAMIENTO
Lechuga
Rúcula
VINAGRETA (para la ensalada)
Ajo
Perejil picado
Limón
Vinagre de manzana
Aceite de oliva
PREPARACIÓN:
Dorar la cebolla en el aceite de
oliva. Cuando comience a ponerse transparente agregar los filetitos de pavo,
los higos secos rebanados y las dos cucharadas de tequila. Tapar y dejar en
cocción solitaria a fuego lento revoltoso. Mientras, se limpian las verduras y
se dejan escurrir.
En no más de 15 minutos, los
filetitos están cocidos de un lado. Antes de darlos vuelta, espolvorear con
cúrcuma y pimienta roja. Agregar la salsa de soya con moderación. No intenten
reemplazarla por sal porque no queda igual y se nota -como comprar ropa en los
coreanos jurando de panza que se ve igualita que la de las vidrieras del shopping,
puede que te vista pero no es lo mismo-. Tapar nuevamente y dejarlo ser unos 5
minutos. Después hay que dar vuelta los filetitos y verificar que no se haya
evaporado mucho líquido. Si es así, agregar agua.
Cuando los filetitos estén
cocidos, hay que verificar que los higos se hayan ablandado. Si no, se tapa de
nuevo y se espera porque a los filetes no les hace ningún daño un rato más de
fuego. En cambio, si los higos quedan duros es una tragedia.
En tanto, se coloca en otra
sartén el aceite de oliva, el ajo y el perejil picado para la vinagreta. En
cuanto el aceite entra en ebullición se apaga el fuego, so riesgo de quemar el
perejil y el ajo y en vez de vinagreta obtener cicuta. Se deja enfriar la
preparación al tiempo que se exprime el limón. Luego se mezclan en una salsera
éstos ingredientes y se le agrega un poco de vinagre de manzana.
A todo esto, los filetes ya deben
estar cocidos y los higos tiernos. Entonces, antes de apagar el fuego, se
espolvorean los filetes con el cacao. Tapar y dejar reposar un par de minutos.
Y listo. Se sirven los filetitos
cubiertos con la salsa que queda del proceso de cocción más los higos. Y se
acompaña con la ensalada verde condimentada con la vinagreta y sal a gusto.
Por eso muchacha, no partas ahora, soñando el regreso, que el amor es simple y a las cosas simples, las devora el tiempo.
ResponderEliminarEmocionante y apetitoso...